jueves, 27 de octubre de 2011

Un tiempo de preparación

El élder M. Russell Ballard nos recuerda que tenemos que fijarnos metas y aprender a dominar las técnicas para alcanzarlas. El dominio de las técnicas necesarias para alcanzar nuestras metas incluye convertirnos en el gerente supremo de nuestro tiempo.
El tiempo nunca está a la venta; el tiempo no es un producto que se pueda comprar en cualquier tienda a cualquier precio por más que lo intenten, pero cuando se emplea el tiempo con sabiduría, su valor es incalculable. En un día cualquiera, a todos se nos asigna sin costo alguno la misma cantidad de minutos y horas para que los utilicemos, y pronto nos damos cuenta de que, como nos enseña esmeradamente el conocido himno en inglés, “el tiempo vuela en alas de relámpago, no podemos hacerlo regresar”. Debemos usar el tiempo que tenemos con sabiduría. El presidente Brigham Young dijo: “…todos estamos endeudados con Dios en cuanto a la habilidad para aprovechar nuestro tiempo, y Él nos exigirá una estricta rendición de cuentas acerca de cómo utilizamos dicha habilidad”
El mal uso del tiempo es un primo cercano de la ociosidad. Al seguir el mandato de “[cesar] de ser ociosos” (D. y C. 88:124), debemos asegurarnos de que el estar ocupados equivalga a ser productivos. Por ejemplo, es maravilloso contar con medios de comunicación instantánea, literalmente, al alcance de la mano, pero asegurémonos de no convertirnos en comunicadores digitales compulsivos. Tengo la sensación de que algunos estamos atrapados en una nueva adicción que consume nuestro tiempo, una que nos ata a estar revisando constantemente y enviando mensajes sociales, y que nos da la falsa impresión de que estamos ocupados y somos productivos.
Sé que la felicidad más grande viene cuando nos sintonizamos con el Señor (véase Alma 37:37) y con esas cosas que brindan una recompensa duradera, en lugar de sintonizar para estar incontables horas actualizando nuestro estado, cultivando granjas en internet y catapultando pájaros enojados contra muros de concreto. Insto a cada uno de nosotros a sujetar aquellas cosas que nos roban de un tiempo precioso y a tomar la determinación de dominarlas, en lugar de permitirles que nos dominen a nosotros mediante su carácter adictivo.
Para tener la paz que menciona el Salvador (Juan 14:27), debemos dedicar nuestro tiempo a las cosas que más importan, y las cosas de Dios son las que más importan. Al relacionarnos con Dios mediante la oración sincera, al leer y estudiar las Escrituras a diario, meditar sobre lo que hemos leído y sentido, y luego poner en práctica y vivir las lecciones aprendidas, nos allegamos más a Él. La promesa de Dios es que a medida que busquemos conocimiento diligentemente de los mejores libros “[Él nos] dará conocimiento por medio de su Santo Espíritu” (D. y C. 121:26; véase también D. y C. 109:14–15).
El tiempo marcha sin demora al compás del reloj. Hoy sería un buen día, mientras el reloj de la vida terrenal marca la hora, para revisar lo que estamos haciendo a fin de prepararnos para presentarnos ante Dios. Testifico que hay grandes recompensas para aquellos que dedican de su tiempo en la vida terrenal para prepararse para la inmortalidad y la vida eterna. En el nombre de Jesucristo. Amén.

Ian S. Ardern

De los Setenta

Liahona de Octubre de 2011

domingo, 23 de octubre de 2011

Los Jóvenes y la Historia Familiar


Mensaje del Elder Bednar, acerca de los jóvenes y de la historia familiar.

Aqui os dejo el enlace de la página donde se explica paso a paso que es lo que tenemos que hacer, por favor Jóvenes, haganlo, será algo especial para vuestras vidas.

https://lds.org/youth/family-history/discover?lang=spa

miércoles, 12 de octubre de 2011

LA FILA


Un hombre llega a una fila para esperar su turno; delante de él había una pareja de ancianos.
El hombre, que acababa de llegar, preguntó:
- ¿ Es esta la fila?
La mujer que había delante de él, sin dejarle terminar de hablar le dijo:
-No no, usted debe buscar la suya.
El hombre un poco extrañado preguntó:
- ¿ No están todos para lo mismo o acaso aqui no me pueden ayudar?
El hombre que estaba con la mujer respondió:
- Claro que si, es solo que mi esposa está preocupada. Llevamos mucho tiempo esperando y pensamos que se han olvidado de nosotros.
- ¡ Caray!, lo siento-
dijo el hombre.
Al poco tiempo, este hombre fue llamado y cuando se marchaba feliz le dijo a los ancianos:
- No se preocupen, estoy seguro que alguien va a darse cuenta y recordaran que formaron parte de su familia, y que haran todo lo posible para poder ayudarles.





"La responsabilidad mayor que Dios ha puesto sobre nosotros, es ocuparnos de nuestros muertos"

José Smith